«Cuando no fuerzas, sino que flotas como una nube blanca, sólo vagando, sin hacer esfuerzo alguno por llegar a ninguna parte.
Cuando no hay objetivos ni esfuerzos.
Cuando no aspiras a llegar a ningún lado y no te presionas para eso.
Cuando aceptas las cosas como son y no tratas de cambiar nada.
De repente eres transportado a una dimensión diferente de la existencia.
Te das cuenta de que las puertas siempre han estado abiertas.
Nunca estuvieron cerradas; no podrían estarlo.
El misterio divino siempre ha estado cerca de ti.
Nunca estuvo lejos; no podría estarlo, pues tú eres parte de lo divino.
Adondequiera que vayas, el misterio se desplaza contigo.
No es cuestión de buscar y perseguir.
Se trata de quedarse en silencio y dejar que suceda.»
OSHO
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